Para romperse el corazón, solo basta con tenerlo latiendo dentro del pecho. Estoy plenamente convencido, que de todos los órganos, huesos y tejidos que nos forra y forma el ser y el cuerpo, lo que más duele cuando se lastima, es nuestro corazón. No tengo duda de ello. Nuestro corazón magnifica mil veces el dolor de cada herida recibida. Aunque pretendamos rellenarlo de concreto (cemento
hormigón), por dentro, hasta que quede totalmente sólido de dentro hacia fuera, siempre aparecerán fisuras. siempre se fracturará. siempre y cuando alguien nos esté vertiendo aunque sea, pequeñas gotas de ternura, amor, y miel. tarde o temprano se irán filtrando hasta entrar en lo más profundo de nuestro corazón y la semilla de esa persona, se sembrará justo allí. En el mero centro de nuestro corazón. El corazón se rompe, porque dejamos que nos siembren el corazón. y es a un nivel inconsciente y subconciente.
¿Por qué escribo esto? Porque se me ha estallado el corazón en miles de fragmentos, y más de una vez.
¿Podemos volver amar a alguien y entregarle el corazón, cuando nos han lastimado antes? El corazón lo hace sin preguntarnos.
¿Cómo podemos sobrevivir a eso? Parece un paso casi que cuántico. Pero solo queda volverse 
amigo
del propio corazón. Allí está el secreto. Soltar, Dejar ir.
¿Cómo sobrevivir a un corazón roto?
¿Cómo podemos sobrevivir a un corazón roto cuando alguien representa para nosotros algo tan importante en nuestra vidas, que sobrepasa nuestro propio entendimiento?
Solo logrando una comunión con nuestro propio corazón, e imaginarnos que estamos debajo de una tormenta de granizo, desnudos, pero aceptando cada latigazo que recibimos, dejando que el corazón literalmente vomite todo lo que siente y sufre, dejando que se derrame todo eso que sabemos que sale de allí, pero que nadie puede ver, y tratando de acariciarnos nosotros mismos, nuestro corazón, con unas manos imaginarias, como si nos untáramos un bálsamo mentolado o un aceite perfumado suave y fino, poco a poco y con delicadeza.
Podremos sobrevivir a tal dolor, ya luego, al llegar a un mínimo equilibrio dentro de nosotros mismos, nuestro propio corazón irá agarrando cada trocito roto, e intentará reconstruirse de la mejor manera posible.
Aunque desarraigar de dentro de su tierra esa semilla que se sembró y brotó en una rosa que luego tuvo que ser arrancada, pero que dejó sus raíces, es quizás, la tarea más dificil que un ser humano deba afrontar en esta vida, en este mundo, en este planeta, donde sencillamente parecemos un experimento barato de algún bromista cósmico. Se puede, pero el mismo esfuerzo implica dolor y sufrir algo más.
